miércoles, 16 de julio de 2008

MALETINES Y PERIÓDICOS

Recostada con el sol en la cara siento las desesperadas ganas de escribir unas líneas. No sé sobre qué ni tampoco para quién, pero el hecho de ver cielo azul me pide que lo haga. Apoyo mi cabeza sobre los almohadones de terciopelo y dejo que los aromas que trae el viento me lleven hacia otra realidad. Un lugar verde, silencioso y lleno de paz. Un lugar en que tan solo el canto de los pájaros sea una distracción. Donde el pasar de las horas sea imperceptible. Un simple y perfecto paraíso.
Y en ese momento me golpea el calor del asfalto. Vuelvo a la realidad. A mi realidad. Ruidos, ajetreos, gente, calles, maletines y periódicos. Y quiero volver a ese lugar, aunque sea por un instante.

domingo, 15 de junio de 2008

LETARGO

Un escritorio vacío y un libro de Tolstoi es todo lo queda de tí. Tu departamento está desierto pero al mismo tiempo impregnado de ideas, recuerdos, vivencias, verdades y mentiras. Todo en un pequeño lugar. ¿Cómo es posible que toda una vida, y todas aquellas que fueron tocadas por ella, se resuman en un departamento vacío? Sin pensarlo dos veces vuelvo al mismo lugar donde te ví por primera vez, ese café al que solías concurrir con tus ideas revolucionarias y esos aires de filósofo que iban contigo a todas partes. El lugar sigue igual, intacto, como si los doce años que pasaron desde ese día no hubieran transcurrido. Tu mesa habitual sigue ahí, desocupada, esperándote, como si fueras a volver de tu letargo, de tu eterno descanso.
Y aunque no estás tu presencia sigue ahí, a dondequiera que vaya, me sigue, ¿o soy yo quien la está persiguiendo? ¿Será que todavía no encuentro la forma de olvidarte?, ¿será que simplemente te extraño? NO. Simplemente no.
Tu fantasma me acecha, quiero liberarme de él, pero pareciera que llevo una maldición conmigo. Nunca pudiste olvidarte de mí, nunca. Nunca pudiste olvidar lo que me hiciste pasar. Y quieres revivirlo. Te regodeas al verme sufrir, recorriendo todos esos lugares que me recuerdan a ti. Sigo sin entender por que lo haces. Sólo te gusta verme a tus pies.
Siempre pensaste que eso era amor, eso no es amor, eso era miedo. Miedo a lo que podría pasarme sin tu protección, miedo a lo que el mundo diría de mí. Miedo a ti.

martes, 12 de febrero de 2008

PUNTO FINAL

Empezar. Una desenfrenada adrenalina corre por tu cuerpo. El comenzar de cero te hace feliz, te da la sensación de crear un mundo aparte con cada renglón.
La introducción fluye por si sola. Una muchacha. Un joven. Una familia. Una ciudad. Historias comunes que se entrecruzan.
El nudo varía según tu vida personal al momento de crear. Usualmente tus escritos no dejan las palabras “amor” y “mentira” afuera. Es tu forma de hacer catarsis, tu forma de escapar de la explosión.
Colores, palabras, aromas y sonidos; todo se vuelca sobre ese papel. Todo toma forma, hasta la idea más absurda que se esconde en el rincón más profundo de tu ser.
Llegas. Sentís que llegas al, ¿clímax?¿el súmmum?; ¿cómo llamar a esa sensación simplemente placentera que te da el despojarte de tus secretos más íntimos, pero aún así seguir siendo anónima? Sólo un número. Por que eso es lo que te gusta en realidad. Lo que te motiva. El anonimato.
La historia necesita una conclusión. Algo que la cierre perfectamente. Buscas tan desesperadamente esa frase que comenzas a creer que nunca la vas a encontrar. En el peor momento, cuando estas a punto de dejar de escribir, llega. Llega exactamente lo que querías transmitir. Lo escribís, lo miras y lo volves a escribir. Querés asegurarte de que todo esté perfecto. Terminas, pero antes lo lees una y mil veces. “Listo”, te decís. PUNTO FINAL.

viernes, 18 de enero de 2008

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¿Cómo decírtelo?. Terminar con esta tortura y al mismo tiempo extrañarla tanto. Añorar ese aroma a fresno qe venía contigo siempre que llegabas a la casa. Quedarnos en silencio y sentir tu respiración. Y al mismo tiempo tener que sacarte de mi mente y mi cuerpo para siempre, olvidarte. Es lo mejor para los dos, lo más sano y necesario.
Pero tan difícil.

viernes, 4 de enero de 2008

JAZMINIUM OFFICINALE

El aroma a jazmines traía tu nombre. Aquel perfume dulce me hacía revivir esas interminables tardes de verano que pasábamos en el jardín botánico. Cada vez que siento jazmines siento tu presencia, y te veo en sueños.
Llevas tu pelo oscuro suelto y dejas que el viento juegue con él. Todo se oscurece excepto por ese punto blanco en la distancia, que lentamente se acerca. En ese momento el perfume de tu flor favorita, esa que colocabas en tus cabellos, aparece. Inunda todo, todo se impregna con su dulce aroma. Y te vas acercando y cada vez puedo sentirte mejor. Distingo tu hermoso y terso rostro. Estoy a punto de alcanzarte.
Pasan los minutos y el punto blanco cambia de forma. Comienzo a entender de que se trata. Es esa flor que tanto amabas, ese capullo que producía un efecto maravilloso en ti.
Te veo, pero en cuanto nuestros ojos se cruzan, tu apariencia cambia abruptamente. Todo comienza a girar. La deliciosa fragancia que colmaba todo desaparece de repente. Y lo único que veo es la flor blanca tiñéndose lentamente de negro.
Abro los ojos. La respiración agitada y el sudor en mi cuerpo no son cosa nueva. El espejo frente a nuestra cama se encuentra tapado. Tú foto en la cómoda y al lado de ella los malditos jazmines.

BRUMA

Y cuando te ví me recorrió un frío horrible por el cuerpo. Sentía que la sangre se congelaba en mis venas al ver tus ojos grises. Estabas vestida con una especie de camisón y una mañanita raída sobre tus hombros.
Grito tu nombre y siento que nada sale de mi garganta. Sólo percibo ese frío que me llena al ver tu lánguida figura entre la bruma. Veo que te acercas y por un segundo tengo la esperanza de sentir tu respiración en mi nuca y tus besos en mi cuello.
Te acercas y el frío se detiene por unos segundos, una imitación de calor que produce mi mente.
Pones tus manos sobre las mías, se sienten como bloques de hielo. Tu boca comienza a moverse y de ella solo brota un agudo chillido que se mete en mis oídos y apuñala mis sentidos.
De repente todo comienza a cambiar; la bruma desaparece; el paisaje desolado toma forma de salón, con pisos de madera y paredes blancas cubiertas de acuarelas antiguas. El silencio se convierte en ruido de copas chocando mezclado con carcajadas fingidas.
En ese momento me ví parado con mi traje nuevo y una copa de bourbon en mi mano. Estabas en frente mío; con tu vestido blanco y tomada del brazo de tu flamante esposo, esbozando una sonrisa con todas tus fuerzas.

miércoles, 2 de enero de 2008

LA HORA DEL TE

Juana invitó a Carola a su casa como todas las tardes. Tenían la mesita del té puesta y lista para que empezar su juego de apariencias, esa preciada hora y media donde cada una trataba de disimular lo horrible que en realidad eran sus vidas.
A las 5 de la tarde empezaba la partida, las masitas y el té ya estaban en la mesa. Carola llegaba siempre tan arreglada y pulcra como todos los días. Juana la esperaba en la galería del patio, donde debajo de un sauce llorón tomaban parte las tardes de infusiones. Y allí empezaban las confesiones, confesiones de vidas perfectas, con maridos perfectos, hijos perfectos, casas perfectas. Todo era correcto, impecable, maravilloso.
Daban las seis y media de la tarde y daban terminada la sesión diaria de revelaciones falsas, de mentiras que ni ellas mismas se creían, pero se sentían tan bien al contarlas. Ese vacío que provenía de sus vidas realmente imperfectas, como las de cualquier ser humano, parecía llenarse sólo por unos instantes. Y como disfrutaban esos instantes. Eran como largos sueños, llenos de nubes de algodón y árboles dorados. Pero abruptamente terminaban al dar las seis y media en el reloj antiguo de la sala de estar de Juana. La fantasía terminaba, sus sueños se esfumaban, sus esperanzas se escurrían por entre sus dedos. Todo terminaba a las seis y media, cuando en la tetera ya no quedaba más de ese elixir que les permitía alejarse de la realidad, aunque sea por una hora y media.