viernes, 4 de enero de 2008

JAZMINIUM OFFICINALE

El aroma a jazmines traía tu nombre. Aquel perfume dulce me hacía revivir esas interminables tardes de verano que pasábamos en el jardín botánico. Cada vez que siento jazmines siento tu presencia, y te veo en sueños.
Llevas tu pelo oscuro suelto y dejas que el viento juegue con él. Todo se oscurece excepto por ese punto blanco en la distancia, que lentamente se acerca. En ese momento el perfume de tu flor favorita, esa que colocabas en tus cabellos, aparece. Inunda todo, todo se impregna con su dulce aroma. Y te vas acercando y cada vez puedo sentirte mejor. Distingo tu hermoso y terso rostro. Estoy a punto de alcanzarte.
Pasan los minutos y el punto blanco cambia de forma. Comienzo a entender de que se trata. Es esa flor que tanto amabas, ese capullo que producía un efecto maravilloso en ti.
Te veo, pero en cuanto nuestros ojos se cruzan, tu apariencia cambia abruptamente. Todo comienza a girar. La deliciosa fragancia que colmaba todo desaparece de repente. Y lo único que veo es la flor blanca tiñéndose lentamente de negro.
Abro los ojos. La respiración agitada y el sudor en mi cuerpo no son cosa nueva. El espejo frente a nuestra cama se encuentra tapado. Tú foto en la cómoda y al lado de ella los malditos jazmines.

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